Michael Jordan, la leyenda del baloncesto y figura icónica, está generando titulares con su enérgico rechazo a las iniciativas que considera controvertidas. En una declaración reciente, Jordan afirmó: “Mi nombre no será utilizado para promover la agenda de Gaybriels”. Este comentario surge tras la inclusión de banderas LGBTQ en la nueva colección de Nike, lo que ha provocado que el famoso atleta quiera dar por finalizado su contrato con la marca deportiva.
Según fuentes cercanas, Jordan se siente profundamente preocupado por la dirección que ha tomado Nike, y su postura refleja una clara determinación de no asociarse con lo que él describe como “Wokeness” o cualquier asunto que el público pueda considerar polémico. La inclusión de estos elementos en su línea de productos ha llevado a Jordan a reconsiderar su relación profesional con la compañía.
El cuatro veces campeón de la NBA enfatiza que, aunque apoya la diversidad, no quiere que su nombre se convierta en un símbolo de divisiones culturales. “Estoy dispuesto a acabar con nuestro acuerdo si Nike no detiene la producción de estos modelos de Airforce”, expresó. Esta declaración no solo resalta la tensión entre las marcas y las figuras públicas en torno a cuestiones sociales, sino que también pone de relieve la importancia que tiene Jordan en el ámbito comercial del deporte.
La respuesta de Nike ante esta situación sigue en el aire, y la comunidad está ansiosa por ver cómo reaccionará la marca ante las demandas de uno de sus colaboradores más emblemáticos. ¿Es esto el comienzo de un cambio significativo en la forma en que las marcas manejan sus mensajes? Solo el tiempo lo dirá. Sin duda, la postura de Jordan se presenta como un desafío a muchas de las nuevas tendencias que dominan el mundo empresarial actual.